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"Todo es Historia" es un nuevo blog para conocer a fondo los grandes hechos históricos y las biografias más relevantes de personajes que han marcado la historia.


"La historia hace a los hombres sabios; la poesía, ingeniosos; las matemáticas, sutiles; la filosofia natural, profundos; la moral, graves; la lógica y la retórica, hábiles para la lucha." Francis Bacon

Desmitificaciones y paradojas de la historia

El general Pavía no entró a caballo en las Cortes Españolas.

El golpe de Estado del general Pavía acabó con la Primera República Democrática y propició el advenimiento de una República unitaria, de corte militar, hasta el pronunciamiento en Sagunto del general Martínez Campos en favor de la restauración borbónica en la figura de Alfonso XII.

Durante once meses, la República trató de estructurar la nación como una República Federal, ésta, se veía sometida a convulsiones políticas continuas a consecuencia de los "cantonalismos", la guerra de Cuba y el inconcluso problema del carlismo, demasiado para una nación con poca tradición democrática.

Algunas crónicas, han afirmado que general el Pavía irrumpió en el hemiciclo español el 3 de Enero de 1874 "a caballo", !toma ya!, con un séquito de guardias civiles con sable en mano, desalojando a los diputados del Congreso, pero nada más lejos de la realidad.

Aquel día, en principio nada hacía sospechar lo que instantes despues iba a suceder el Congreso,  tras la dimisión de Castelar el día 2 de Enero, se solicitó no levantar el pleno hasta la votación de un nuevo presidente, en plena votacion del nacionalista exaltado Eduardo Palanca, ya el día 3 de Enero, Nicolás Salmerón recibió una "orden" de la Capitanía General de Madrid, firmada por Pavía, para desalojar el Congreso. Los diputados reaccionaron con !vivas! a la República, resistiendo en sus estrados. Una hora después un contingente guardias civiles entran en el hemiciclo a la fuerza, bajo un "vociferio" y con una malgama de insultos y "tacos" ,a la española, dirigidos a los valientes guardias, estos consiguen que la gran mayoría de los diputados huyan del hemiciclo.

Nada de Pavía y por supuesto de su caballo, por cierto, se decía que era blanco. Uno de los caballos sin nombre,  más famosos de la historia, pastaba en su establo, ignorando su posterior trascendencia. Han pasado más de 130 años, pero se sigue hablando de este hecho "inexistente", como ejemplo de rotundidad y gallardía, "made in Spain".

Manuel Hernández Cuesta


El alma cándida de Robespierre

Conocido por las tropelias y barbaridades que hizo durante su gobierno en plena revolución en su fase jacobina, es difícil pensar que en el alma de Robespierre,-sobre todo en el joven estudiante de Derecho-, yacía  un espíritu liberal, democrático, y el más importante si cabe, humano.

Robespierre nació en Arras en Mayo de 1758, su padre era descendiente de una familia de artesanos textiles. A pesar de su extrema pobreza, fue un brillante estudiante en el Colegio Louis-le-Grand. Se licencia en Derecho por la Facultad de París en 31 Julio de 1780, se graduó en concesión de licencias el 15 de Mayo de 1781 y se inscribió en el registro de los abogados de el Parlamento de París, después de dos semanas, tras un informe del director de la escuela, se le concede una recompensa de 600 libras.

En 1782 ya como Juez de Obispado, tuvo la desagradable experiencia de tener que dictar una pena de muerte a un reo que había sido condenado por robar unas cuantas fanegas de pan en la Abadía de Anchín, el caso impactó emocionalmente  al joven abogado. Robespierre intentó desesperadamente lograr que el espeluznante hecho no llegara y se le conmutara la pena, se mostraba contrario a la pena de muerte, muy asidua, en el antiguo régimen. Pasaban los días y la vista del juicio se acercaba, Robespierre, no sabía que hacer, se veía mas impotente que nunca ante la presion del obispado y la nobleza que pedían la cabeza del reo. Puede ser que su animadversión por el clero y la nobleza arraquen desde este momento. Robespierre pensaba que la vida y la libertad de una persona estaba por encima de los actos e ideas, paradójico, ¿no?, amaba la vida. Llegó a llorar desesperadamente después de decretar la sentencia, cuando llegó a casa de su hermana, donde vivía, suiguió llorando sin consuelo y repetidamente decía: "Como he podido acceder a esta atrocidad, soy un asesino". Le marcó, sin duda.

Parece increíble que este hombre instaurase años después, "el terror" en Francia, que aguillotinase sin compasión a aquellos que defendían otras ideas o simplemente eran sospechosos de ello. Sólo puedo decir una cosa:  Que impredecible es el ser humano, ¿cómo una persona puede cambiar tan extremadamente?, quizá fue el poder y las ideas revolucionarias las conductoras de su "locura", o  ésta, sólo fue producto de una vida llena de traumas como el comentado anteriormente.

Manuel Hernández Cuesta